La reinvención es uno de los mitos fundacionales de los Estados Unidos de América. Para aquellos que tuvieron la suerte de venir aquí en las cubiertas de los barcos en lugar de estar encadenados en la bodega, este país ofrecía la oportunidad de ser otra persona, en otro lugar. Para ellos y las generaciones de inmigrantes que les siguieron, Estados Unidos parecía poner una distancia segura entre su pasado y un futuro sin límites.
Pero la ilusión finalmente se volcó de cabeza. Alrededor del cambio de milenio, la reinvención era un tema predominante para los personajes de películas que intentaban salir de los pequeños pueblos de Estados Unidos; en arquitectura, ese sentimiento tomó la forma de construir ciudades de ensueño en cualquier lugar menos aquí. En Dubái y Shanghái, nuestras mentes de diseño más brillantes conjuraron torres, centros comerciales y museos herméticamente cerrados, desconectados en gran medida de la historia, la comunidad y el clima.
Sin embargo, un ajuste de cuentas generalizado con la historia ha sido uno de los grandes regalos de esta nueva década, a medida que salimos de la sombra de una pandemia con un sentido de urgencia en torno a la acción climática y la justicia social. Las consecuencias de nuestras acciones pasadas como sociedad son imposibles de ignorar, y en todo Estados Unidos, los diseñadores, arquitectos y planificadores están respondiendo buscando reformar los edificios existentes, reparando las relaciones rotas en las comunidades y renovando nuestro contrato social a través del entorno construido.
En Nueva Orleans, la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleos del presidente Biden le ha dado un empujón a la planificadora Amy Stelly, quien espera que algunos de los fondos puedan usarse para finalmente eliminar una carretera que atravesó una comunidad predominantemente afroamericana en el 1960. En Detroit, un grupo de líderes y activistas locales está haciendo que la ciudad desvíe su atención de los suburbios mayoritariamente blancos hacia los vecindarios descuidados durante mucho tiempo que realmente necesitan inversión. Mientras tanto, un par de bibliotecas, una diseñada por WORKac en Brooklyn, Nueva York, y la otra por Multistudio en Olathe, Kansas, demuestran la sabiduría de aprovechar la reutilización adaptativa para hacer que los servicios públicos sean relevantes y vibrantes en la era posterior a COVID.
Este es un tiempo de transformación. Seis líderes estadounidenses en arquitectura y diseño de interiores hablaron cada uno con Metropolis este verano sobre un tipo diferente de cambio. Kimberly Dowdell, quien recientemente fue elegida presidenta del Instituto Estadounidense de Arquitectos para 2024, ensalza el poder de la equidad y la diversidad; El director de MASS Design Group, Joseph Kunkel, enfoca esa lente en las comunidades indígenas, con la esperanza de que su inclusión y participación ayuden a desarrollar una nueva comprensión de la sostenibilidad. La directora de HKS, Julie Hiromoto, está de acuerdo en que volver a aprender el "ingenio indígena y basado en la naturaleza" es esencial para abordar la crisis climática. En el diseño del lugar de trabajo, la atención médica y la hospitalidad, tres líderes mundiales, Sascha Wagner de Huntsman Group, Abbie Clary de CannonDesign y Tom Ito de Gensler, respectivamente, señalan que no se puede volver al status quo anterior a la pandemia. Más bien, sus campos se están reinventando para centrar la conexión social, la autenticidad y la responsabilidad ecológica.
La pasión estadounidense por la reinvención se está moderando en algo más arraigado y conectado con las necesidades de la mayoría. Si este tipo de renovación responsable es el sello distintivo de la arquitectura y el diseño estadounidenses en la actualidad, nos espera una década muy emocionante por delante.
Este artículo fue originalmente publicado en Metropolis.
